Monday, September 13, 2010

El hombre dormido

Sucede en un parque gigante y arbolado. El sol suave hace radiante el verde primaveral de todas partes. Hay algo de viento entre las cosas y mariposas revoloteando, solcito, olor a flores, en suma, un día “de la puta madre”.

Con la espalda recostada sobre un árbol, la cara cubierta por un gorro de pescador, las piernas tendidas en el acolchonado césped y cruzadas llegando a los pies, un hombre sueña.

El árbol inhala, respira lo que el CO2 trae del murmullo de la ciudad. Exhala. Susurra frases repetidamente en el despierto oído del dormido dormilón. “El tiempo es oro” desliza con voz ancestral. “Barato” corea el viento imperceptible.

Pasa Brisa majestuosa y con ella un sonido de hojas atorbellinadas vuela ligeramente hacia arriba.

El hombre despierta, no todo descansado. Se incorpora de un salto y mira el reloj. Sale corriendo a gran velocidad en picada por una loma, llega tarde a trabajar.

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