Monday, December 19, 2011

X- Furia, reparación, identificación.


De la Hostia no puede aguantar el impulso. Los instintos cabalgan su cuerpo, lo desbordan y se desparraman en sus ojos, saturados ahora de la sangre que los transporta. Apretando los puños hasta poner los nudillos blancoamarillos como sus dientes, que se rajan bajo la presión mandibular, el doctor embiste como toro apenas ve entrar a Telmo.
Con todo su peso arrolla su raquítico cuerpo contra la pared. Por fuera se escucha el retumbe de todos los kilos juntos. Los de los cuerpos y los de la pared. Por dentro se escucha, en el fondo de cada hueso, una pisada de borcego en otoño, el crack de unas cuantas hojas secas.
Telmo queda derrumbado, doblado, formando ángulo recto entre el piso y la pared, inconsciente. El doctor lo acuesta en el piso y le pone una almohada en la cabeza, toca el cuello para corroborar que hay pulso y así lo hace. Desde su viper, solicita una ambulancia, de las muchas de su flota.
Ahora tenía una pobre víctima indefensa, demolida, de la que ocuparse, a la que cuidar como le hubiese gustado...

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