Thursday, January 6, 2011

II- Reunión

Reunidos en un búnker, debajo del escenario, con los pies en palanganas de bronce rellenas de agua tibia con sales revitalizantes y masajeados en la espalda por las manos del cuerpo de enfermeros libidinosos, los capos del proyecto discuten, entre vapor de sauna, acaloradamente.

- Es claro que no los convencimos, están gritando eufóricos y nuestro pronóstico era de silencio religioso – comenta el Doctor Álvarez, que por el tamaño de su fuentón parece el mas doctorado de todos - Creo que deberíamos empezar a secarnos – agrega parándose súbitamente, haciendo ruido de culo transpirado al despegarse de la silla- Willy, tráeme la bata querido.

- Inmediatamente Doctor – responde el enfermero, que sale corriendo agitando sus manitos amaneradamente y vuelve con una bata blanca, bordada con un elegante “Dr. Alvarez” en letras cursivas y doradas.

El vapor cesa de emanar, y todos en el búnker emprenden el secado. Es que el doctor Álvarez es realmente quien sabe la verdad de la milanesa, y sus disposiciones son órdenes como sus diagnósticos santas palabras..

- No nos olvidemos que, si bien están como loquitos, estos niños no hacen más que pedirnos respuestas. Sus gritos, reclamos y ritos son demandas hacia nosotros, sus papis apalabrados - observa el doctor De la Hostia, mientras un enfermero recoge amorosamente las gotitas de su espalda con la palma de su mano, como limpiando un vidrio poroso, húmedo y con pelos.

El doctor Alvarez deja caer la bata que estaba poniéndose, se le erizan levemente los pelos de las piernas y el pecho, sus ojos se iluminan y exclama seguro y desnudo.

- ¡Ajá! Dejen de temer, hermanos, una posible sublevación. Será simplemente cuestión de rajarnos de acá y pensarnos largo rato una posible respuesta. Ellos seguirán a la espera, embravecidos quizás, pero esperando.

- ¡Niñitos hermosos! Pasivos e inocentes – exclama entre suspiros el Doctor De la Hostia.

- Vulnerables criaturas de la creación, brotes tiernos, saladitos y olivados- aporta con vos de coro y hambre el gordito Teófillio.

- ¡A los helicópteros, salimos en 15 minutos! – ordena Alvarez de un grito.

Los doctores, en inmediata respuesta, apresuran el secado y salen corriendo mientras terminan de vestirse. El cuerpo de enfermeros junta graciosamente las toallas que quedaron desparramadas, vacían las palanganas y emprenden ellos también camino al helipuerto de la terraza.

- Vos no Willy, tenemos un ratito – dice el doctor al enfermero estrella - salimos en 15 minutos – repite con voz empalagosa y guiñando un ojo, en un intento de cancherearla.

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